6.28.2007

La magia de los colores

Por Jorge Quiñones
FOTOS: Jhymi Bolaños

Grandes o pequeños, de colores llamativos, personajes extraños o jocosos, aunque la gente mayor los interprete como una agresión a la propiedad privada, es imposible negarles la categoría de arte. Algunas paredes de nuestra urbanización sirven de lienzo para los graffitis que, bellísimos, le dan a las calles un matiz diferente y acogedor.
La historia moderna nos remonta al Nueva York de los años 60 como punto de inicio de esta variante artística, con las firmas de sus autores como contenido prioritario. Hoy se encuentran graffitis en cualquier parte del mundo, con temáticas que oscilan entre lo social y lo ficticio. Las paredes de las Mz. S, H y J del II sector de Monserrate son prueba fehaciente de ello.

Empero, nuestro país aún no reconoce oficialmente esta expresión, por lo que los graffitistas prefieren trabajar a escondidas y limitarse a un seudónimo como señal de identificación. Las pintas más conocidas son las de los apodados “pienza”, “santas” y “tato”.
Resulta comprensible la molestia de alguna parte del público que ve en el graffiti una expresión de vandalismo, propia de desaptados o vagos. Pero, quiérase o no, se trata de una variante también cultural que ha logrado el reconocimiento en otras partes, por lo que no podemos mantenernos ajenos a su existencia e importancia, sino apoyarla y celebrarla.